sábado, 9 de agosto de 2008

FALACIAS

Liceo “Andrés Bello” (A 94)
Profesor Miguel Moreno Naranjo
Departamento de Lenguaje y Comunicación

Texto de Apoyo para Taller de Debates

Falacias
Una falacia es un razonamiento aparentemente lógico que resulta independiente de la verdad de las premisas. En sentido estricto, una falacia lógica es la aplicación incorrecta de un principio lógico válido, o la aplicación de un principio inexistente.

Introducción
Un razonamiento que contiene una falacia se denomina falaz y se considera erróneo. La presencia de una falacia lógica en un razonamiento no implica necesariamente nada acerca de la veracidad de las premisas o de su conclusión: ambos pueden ser ciertos, pero el razonamiento no es válido porque la conclusión no se deriva de las premisas usando los principios de inferencia presentados.
Generalmente, un razonamiento puede contener una falacia lógica incluso si no es puramente lógico. Por ejemplo, un razonamiento que aplica incorrectamente principios de probabilidad o causalidad se puede considerar como lógicamente falaz.
El reconocer falacias en razonamientos prácticos puede ser difícil ya que el discurso está normalmente estructurado siguiendo patrones retóricos que ocultan las conexiones lógicas entre las afirmaciones. Como ilustran los ejemplos, las falacias pueden también aprovechar emociones o debilidades intelectuales o psicológicas en el interlocutor, aunque tener la capacidad de reconocer falacias lógicas en razonamientos puede disminuir la probabilidad de que esto ocurra.
Otro acercamiento a la comprensión y clasificación de falacias es la «teoría de la argumentación» (ver las referencias de Frans H. van Eemeren y Rob Grootendorst). En este acercamiento, una argumentación se considera un protocolo interactivo entre individuos que trata de resolver una proposición disputada. Dicho protocolo está regulado por ciertas reglas de interacción y las violaciones de estas reglas son falacias. La existencia de muchas de las falacias posteriores se entiende mejor bajo esta perspectiva.
Ejemplos de razonamientos falaces
Se ilustran errores comunes en un razonamiento. Cabe destacar que la crítica de un razonamiento no tiene relación con la validez de su conclusión. La conclusión puede ser válida, mientras que el razonamiento en sí mismo puede no serlo.
Primer ejemplo
Algunos vertebrados son mamíferos.
Algunos vertebrados son aves.
Por tanto, algunos vertebrados son al mismo tiempo mamíferos y aves.
Esto es falaz. De hecho, no existe ningún principio lógico que afirme:
Existen algunos x: P(x)
Existen algunos y: Q(y)
Por tanto, existen algunos z: P(z) y Q(z)
La mejor forma de mostrar que la inferencia anterior no es válida es usar diagramas de Venn. En terminología lógica, la inferencia no es válida ya que al menos ante una interpretación de los predicados no preserva su validez.
Desafortunadamente, pocos razonamientos falaces son tan claros como el ejemplo anterior. Muchos de ellos involucran causalidad, que no es una parte de la lógica formal. Otras utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad o el ego para establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias para el razonamiento. De hecho, las falacias se encuentran muy a menudo en presunciones no formuladas o premisas implícitas que no son siempre obvias a primera vista.
Segundo ejemplo
La pena de muerte implica matar a un ser humano.
Matar a un ser humano es inmoral.
Por tanto, la pena de muerte es inmoral.
Este razonamiento pretende probar que la pena de muerte es inmoral. En concreto, toma la forma de un silogismo categórico. Todos los razonamientos tienen que tener tanto unas premisas como una conclusión. En este caso, tenemos que preguntarnos cuáles son las premisas, esto es, el conjunto de suposiciones que la persona que propone el razonamiento puede esperar que acepte su interlocutor. La primera suposición es casi cierta por definición: la pena de muerte implica la muerte de una persona condenada a través de un proceso judicial. La segunda suposición tiene un significado menos claro y podría significar, por ejemplo, cualquiera de estas opciones:
Todos los actos que impliquen la muerte de un ser humano son inmorales.
La mayoría de los actos que impliquen la muerte de un ser humano son inmorales.
Todos los actos que impliquen la muerte de un ser humano son inmorales, excepto aquellos que se lleven a cabo con algún propósito legítimo, como disuadir de la comisión de delitos graves.
Algunos actos que impliquen la muerte de un ser humano son inmorales.
Para que el razonamiento sea válido, el interlocutor debe aceptar que todos los actos que impliquen la muerte de un ser humano son inmorales (la primera opción). Sin embargo, si el interlocutor cree que algunos actos que impliquen la muerte de un ser humano no son inmorales, como por ejemplo los que se produzcan en defensa propia o en el contexto de una guerra legítima, desde el punto de vista de ese interlocutor este razonamiento es falaz. En el primer caso, el interlocutor concede en la práctica el argumento, mientras que en el segundo pide que se demuestre la premisa, que es más general, y por ello probablemente más difícil de demostrar.
Tercer ejemplo
Andrés es un buen jugador de tenis.
Por tanto, Andrés es 'bueno', esto es, bueno moralmente.
Aquí el problema se encuentra en que la palabra 'bueno' es una palabra ambigua, lo que quiere decir que tiene diferentes significados. En la premisa, se afirma que Andrés es bueno en una actividad particular, en este caso tenis. En la conclusión, se afirma que Andrés es bueno moralmente. Éstos son claramente significados distintos de la palabra 'bueno'. Aunque la premisa sea cierta, la conclusión puede ser falsa: Andrés puede ser el mejor jugador de tenis del mundo y al mismo tiempo ser malvado o egoísta.
Cuarto ejemplo
Una variante humorística de la falacia de la ambigüedad:
Nada es mejor que la felicidad eterna.
Una hamburguesa es mejor que nada.
Por tanto, una hamburguesa es mejor que la felicidad eterna.
Este razonamiento tiene la apariencia de una inferencia que aplica transitividad en la relación «es mejor que», que en principio es posible. En este caso, es un ejemplo de ambigüedad sintáctica. La primera premisa semánticamente no implica ningún atributo del sujeto, como haría en la afirmación:
Una patata es mejor que la felicidad eterna.
De hecho, es semánticamente equivalente a la cuantificación universal:
No existe ninguna cosa en el universo que sea mejor que la felicidad eterna.
Así que si se instancia este hecho con una hamburguesa, lógicamente se obtiene:
No existe ninguna hamburguesa en el universo que sea mejor que la felicidad eterna.
La segunda premisa no introduce nada en el razonamiento. Su significado es equivalente a:
Tener una hamburguesa es mejor que no tener ninguna cosa.


Quinto ejemplo
Ejemplos cotidianos:
Si un objeto es de oro, brilla.
Esta daga brilla.
Esta daga es de oro.
Este es un ejemplo de falacia de afirmación de consecuente. Esta falacia tiene la forma:
Si P entonces Q
Ocurre que Q
Por lo tanto, P
Por definición, un razonamiento es correcto si cuando sus premisas son verdaderas, entonces su conclusión es verdadera. En este caso, tenemos que las premisas son verdaderas y la conclusión falsa. Por tanto, el argumento es incorrecto. La manera de saberlo es empleando contraejemplos que lleven al límite estas estructuras falaces.
Falacias en los medios de comunicación y la política
Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:
Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o Argumentum ad hominem, esto es, afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de preocuparse de la veracidad de X.
No ocuparse de la validez de X, sino hacer un crítica moral al interlocutor (y de hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último caso, la falacia no existe, sino sólo una opinión personal sobre la moralidad del otro.
Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.
Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al Argumentum ad verecundiam o falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico es el Ipse dixit («Él mismo lo dijo») utilizado a lo largo de la edad media para referirse a Aristóteles. Un ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que deberías comprar/usar/apoyar sólo porque tu famoso favorito lo hace.
Una referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser un argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas partes deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las circunstancias. Esta forma de argumentación es común en ambientes legales.
Otra falacia muy usada en entornos políticos es el Argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Esta falacia es una variedad de la falacia ad verecundiam: consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. En cualquier caso muchas veces la propia premisa de que la mayoría piense eso puede ser falsa o cuanto menos dudosa ya que, en muchos casos, dicha afirmación no puede ser probada más que con algún tipo de encuesta que no se ha realizado. En caso de ser cierto tampoco se justifica el razonamiento porque la mayoría piense eso. Se basa en la falsa intuición de que el pueblo tiene autoridad, tanta gente no puede estar equivocada. Se suele oír con frases del tipo todo el mundo sabe que..., o ...que es lo que la sociedad desea', así como la mayoría de los españoles sabe que....
Por definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero muchas veces pueden ser (re)formulados de modo que cumplan un modo de razonamiento válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa, esto es, aquella que hace que la conclusión no sea firme.
Otros ejemplos de falacias
Falacia del historiador
La falacia del historiador es una falacia lógica que se produce cuando se da por supuesto que quienes tomaron una decisión en el pasado podían considerar las cosas desde el mismo punto de vista y con la misma información que se tuvo a la hora de discutir la decisión tiempo después.
Experimentos realizados en el área de la psicología sugieren que la gente tiende a recordar de modo inexacto que lo que acabó siendo importante fue importante antes de llegar a serlo y que es difícil descontar la ventaja de saber qué es lo que acabó sucediendo.
Esta falacia fue mencionada por primera vez por David Hackett Fischer, que la consideró análoga a la falacia del psicólogo de William James.
No se debe confundir con el presentismo, que es un tipo de análisis histórico en el que se aplican estándares morales contemporáneos a figuras históricas.
Ejemplos de esta falacia
Julio César no debería haber tratado de destruir la república y ser nombrado emperador, ya que por esa razón iría a ser asesinado.
No se debería haber librado la Primera Guerra Mundial, ya que no sirvió para nada y sólo dio lugar a la Segunda Guerra Mundial.
Fue un error que Estados Unidos ayudara militarmente a los muyahidines durante la invasión soviética de Afganistán, porque veinte años después algunos de esos muyahidines formaron un grupo terrorista que atacó a Estados Unidos.

Tipos de falacias no formales
La siguiente lista contiene tipos de falacias, aunque no es exhaustiva.
Argumentum ad hominem
Un argumento ad hominem o argumentum ad hominem (en latín, ‘dirigido al hombre’), es una falacia lógica que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la persona que lo formula, en lugar de al argumento por sí mismo. Un argumento ad hominem (y por tanto, falaz) tiene esta estructura:
A afirma B;
Hay algo cuestionable acerca de A,
Por tanto, B es falso.
Los argumentos positivos acerca de la persona se describen en recurso a la autoridad.
Ad hominem es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la falacia en sí misma como la acusación de haberse servido de ella se utilizan como recursos en discursos reales. Como una técnica retórica, es poderosa y se usa a menudo —a pesar de su falta de sutileza— para convencer a quienes se mueven más por sentimientos y por costumbres acomodaticias que por razones lógicas.
Uso
Una falacia ad hominem consiste en afirmar que un argumento de alguien es erróneo sólo por algo acerca de la persona, no por problemas en el argumento en sí. El mero hecho de insultar a una persona dentro de un discurso —de otro modo racional— no constituye necesariamente una falacia ad hominem. Debe quedar claro que el propósito del ataque sea desacreditar a la persona que está ofreciendo el argumento y, específicamente, invitar a los demás a no tomar lo que afirma en consideración.
No todos los argumenta ad hominem son negativos. Es posible argumentar que algo es cierto por quién lo afirma.
Validez
Ad hominem es falaz cuando se aplica a la deducción, y no a la evidencia (o premisa) de un razonamiento. Puede dudarse de una prueba o rechazarla dependiendo de su origen por razones de credibilidad, pero dudar o rechazar una deducción basándose en su fuente es la falacia ad hominem.
Las premisas que desacrediten a una persona pueden existir en razonamientos válidos, cuando la persona criticada es la única fuente de una prueba usada en uno de sus argumentos.
Subtipos
Se identifican tres variedades tradicionales de la falacia ad hominem: ad hominem abusivo, ad hominem circunstancial, y ad hominem tu quoque.
Ad hominem abusivo
Ad hominem abusivo (también llamado argumentum ad personam) a menudo consiste en un simple (y normalmente inmerecido) insulto al oponente, pero también puede implicar la mención de fallos de carácter o acciones discutibles. La razón por la que es falaz es porque, normalmente, los insultos e incluso los defectos del oponente no afectan a la veracidad o al soporte lógico de las afirmaciones del oponente.
"Usted no puede afirmar que mi acción es inmoral porque ha estado en la cárcel".
El hecho de que yo haya estado en la cárcel no convierte en morales las acciones de mi interlocutor ni me impide denunciarlas, y ambos hechos carecen de relación entre sí.
"Juan dice que Miguel es un estafador".
"¿Juan? Mira, ese mejor se calla, que yo lo he visto detrás de las niñas del instituto".
El hecho de que Juan se sienta atraído por las jovencitas no invalida su argumento de que Miguel sea un estafador, y ambos hechos carecen de relación alguna entre sí.
Ad hominem circunstancial
Ad hominem circunstancial implica mencionar que alguien se encuentra en una circunstancia en la cual está predispuesta a tomar una determinada posición. Esencialmente consiste en atacar la neutralidad del interlocutor. La razón por la que es falaz es porque las predisposiciones del oponente no afectan a la veracidad de sus argumentos desde un punto de vista lógico.
"Las compañías de tabaco se equivocan cuando dicen que fumar no afecta seriamente a tu salud, porque sólo están defendiendo sus negocios multimillonarios."
El hecho de que estén defendiendo sus negocios no invalida automáticamente sus afirmaciones, cuya falsedad debe ser demostrada mediante pruebas científicas.
"¿Paco dice que las condiciones de trabajo son peligrosas? ¡Qué va a decir ese, si es un comunista!"
El hecho de que Paco sea comunista no invalida su argumento de que un determinado trabajo sea, en efecto, peligroso.
Es importante distinguir entre un razonamiento racional y uno correcto según la lógica. Estos razonamientos no son correctos si se mira estrictamente su lógica.
Ad hominem tu quoque
Ad hominem tu quoque (literalmente, "dirigido al hombre, tú también") puede denominarse también como el argumento de la "hipocresía". Se produce cuando una afirmación se descarta o porque es inconsistente con otras afirmaciones que ha hecho el interlocutor o porque es insconsistente con sus acciones.
"Dices que los aviones vuelan por leyes físicas, pero no es cierto, porque antes decías que lo hacían mediante la magia."
"¿Y tú me dices que beber es malo? ¡Si son las ocho de la mañana y ya estás como una cuba!"
El hecho de que yo esté borracho o sea un alcohólico no invalida, desde un punto de vista estrictamente lógico, mi argumento de que beber alcohol en exceso es malo para la salud.
Ad ignorantiam
Ad ignorantiam
Un argumento ad ignorantiam o argumentum ad ignorantiam, es una falacia lógica que implica afirmar la falsedad de una proposición basándose en la ignorancia existente sobre la proposición discutida. Un argumento ad ignorantiam tiene la siguiente estructura:
Se afirma A;
No se tienen pruebas para afirmar o refutar A,
Por lo tanto, A es verdadero.
La falacia ad ignorantiam puede darse cuando se trata sobre un objeto sobre el que predomina la ignorancia de la sociedad o de la ciencia respecto a sus propiedades o cualquier aspecto estudiable de él. Consiste en argumentar que una proposición es falsa porque no hay pruebas que indiquen que es verdadera, cuando lo único que demuestra el hecho de que no haya pruebas que confirmen o no una proposición es que no se puede determinar su verdad o falsedad.
Esta falacia se da especialmente cuando uno afirma que algo es verdad sólo porque no se ha probado como falso, o que algo es falso sólo porque no se ha probado como verdadero. La verdad o falsedad de una aseveración depende de la evidencia que la soporte o la refute, no de la carencia de soporte o refutación de lo opuesto a tal aseveración. Yo no puedo demostrar que la Teoría de la Relatividad de Einstein es correcta, pero eso es irrelevante a la verdad o falsedad de la teoría. No puedo demostrar que los extraterrestres nunca hayan visitado este planeta, pero eso no tiene relevancia respecto al asunto de si la afirmación es cierta o no.

Argumentum ad baculum
Un argumento ad baculum o argumentum ad baculum (en latín, significa "argumento que apela al bastón"), es una falacia que implica sostener la validez de un argumento basándose en la fuerza o en la amenaza del uso de la fuerza. Resumiendo podríamos decir que para esta falacia: “La fuerza hace el derecho”. El argumentum ad baculum puede ser considerado como un subtipo de la argumentum ad consequentiam o como un subtipo del “argumento de autoridad”. En el primer caso, interpretaríamos que el argumentante se ve forzado a admitir la validez de la falacia para evitar las consecuencias negativas de no hacerlo (i.e. la violencia); mientras que en el segundo caso, entenderíamos que el argumentante admitiría la validez de la conclusión falaz ante la autoridad que reclama la falacia (autoridad basada no en el conocimiento como en el argumento de autoridad clásico sino basada en la fuerza). Aunque estas interpretaciones son factibles se suele considerar el argumento ad baculum un tipo de falacia independiente dado lo extendido de su uso y la importancia en la argumentación política y periodística falaz.
Uso
Esta falacia se presenta de dos modos: como falacia lógica y como falacia no-lógica; analizaremos estos dos usos a continuación. El uso del argumentum ad baculum es facilmente identificable y neutralizable en una argumentación cuando se manifiesta de manera explícita; sin embargo, lo más común es que se oculte su uso con insinuaciones veladas. Este carácter generalmente implícito de su uso hace que su fuerza en la argumentación sea más sutil pero no menos destructiva para el discurso racional. Por ejemplo, raramente esta falacia se presenta de esta manera: “si no crees en R te golpearé” sino más bien así: “yo creo en R y tengo capacidad de ejercer la fuerza ¿en qué crees tú?”. Es claro en el ejemplo segundo el uso de esta falacia, aunque no se presente con total explicitud la amenaza.
Un tipo de falacia estrechamente ligada al argumentum ad baculum es el argumentum ad terrorem. Las opiniones son divergentes sobre su relación: hay quienes consideran que ad terrorem es un subtipo del argumento ad baculum; otros autores sostiene que ambas denominaciones se refieren a una misma falacia; y, finalmente, hay quien mantiene que son dos tipos de falacias diferenciadas.
Como Argumento Lógico
Como falacia lógica el argumentum ad baculum tiene la siguiente forma:
Si x no acepta que H es verdadero entonces ocurre G. G es una coacción o ataque hacia x. Por lo tanto, H es verdadero.
Este argumento es falaz ya que el ataque o coacción no dicen nada de la validez o invalidez de H. Esta falacia fue identificada ya en la Edad Media aunque, desgraciadamente, su uso es tan antiguo como el hombre.


Ejemplos:
“Si Irán sostiene su derecho a usar energía atómica con fines civiles deberán enfrentarse a las decisiones que tome la comunidad internacional. Luego Irán no tiene derecho a usar energía atómica con fines civiles.”
(No se discute prioritariamente sobre el derecho o no de un país de usar una fuente de energía sino que la argumentación se centra, esencialmente, en las consecuencias que tendría para Irán ese uso)
“- Deberíamos ir hacia la izquierda en el próximo cruce.
- Yo llevo el volante: la dirección correcta es la derecha.”

Como Argumento No-Lógico
Otra es la forma no-lógica de esta falacia:
Si x no acepta que H es verdadero entonces ocurre G. G es una coacción o ataque hacia x. Por lo tanto, x debería aceptar la verdad de H para evitar G.
Esta es una forma no-lógica de la falacia ya que la conclusión no dice nada de la validez o invalidez de H sino sólo la conveniencia de x de aceptar su verdad para evitar una consecuencia G. La conclusión es de naturaleza pragmática: da unas pautas de conducta para x encaminadas a evitar G; sin embargo, x podría no desear evitar G por razones éticas o de sentido práctico (minusvaloración del riesgo real de la amenaza, por ejemplo). El tipo no-lógico, por las razones antes aducidas, de la falacia ad baculum es mucho más frecuente que el tipo lógico.
Ejemplos:
“Si crees que no debes pagar impuestos entonces tu sueldo y propiedades te serán embargados; por lo tanto, si no quieres verte convertido en un indigente debes creer que pagar tus impuestos es tu obligación.”
“Si no usas tu cinturón de seguridad, la policía te multará. Por lo tanto, si ves un policía cerca, utiliza tu cinturón de seguridad para evitar ser multado por ellos.” (y no por las razones de seguridad que implican el llevar puesto el cinturón).
En la película “Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza” se produce un ejemplo de este uso no-lógico de la falacia ad baculum cuando R2-D2 está ganando una partida de ajedrez holográfico a Chewbacca:
C3PO: Él ha hecho un movimiento correcto, gritar no te servirá.
Han Solo:(interrumpiendo) Déjalo. No es inteligente irritar a un Wookiee.
C3PO: Pero señor, nadie se preocupa por irritar a un androide.
Han Solo: Será porque los androides no les sacan los brazos de sus articulaciones a sus contrincantes cuando pierden. Se sabe que los Wookiee hacen eso.
C3PO: Comprendo su punto de vista, señor. Te sugiero una nueva estrategia, R2. Deja ganar al Wookiee.

Argumentum ad verecundiam
Un argumentum ad verecundiam ("argumento dirigido al respeto" en latín) es una falacia lógica y un móvil retórico propio de la refutatio del discurso, e implica refutar un argumento o una afirmación de una persona aludiendo al prestigio de la persona opuesta que sustenta el argumento contrario y el descaro del que se atreve a discutirlo, en lugar de considerar al argumento por sí mismo. Como tal es lo que vulgarmente se denomina una descalificación, ya que pretende menguar la categoría de un argumento mediante la apelación a la escasa formación o prestigio de quien lo sostiene en comparación con el de su oponente. Puede considerarse una variante del argumentum ad hominem o argumento contra las características de una persona y no de un asunto. Un argumento ad verecundiam (y por tanto, falaz) tiene esta estructura:
1. A afirma B;
2. A goza de un prestigio o credibilidad por encima del que lo contradice,
3. Por tanto, B es cierto.
Como una técnica retórica, es poderosa con quienes se convencen con sentimientos en vez de con razones y por ello se usa a menudo, a pesar de su falta de sutileza, cuando se trata de apelar a masas poco instruidas. Es muy parecido al argumento de autoridad o magister dixit, que insiste más en el prestigio y valer de la persona que sustenta una opinión en vez de en el descaro o desvergüenza del oponente.
Uso
Una falacia ad verecundiam consiste en afirmar que un argumento de alguien es cierto sólo por alguna característica del proponente en lugar de atender al argumento por sí mismo. Simplemente alabar o reconocer a una persona dentro de un discurso de otro modo racional no constituye necesariamente una falacia ad verecundiam. Debe quedar claro que el propósito del discurso es acreditar el argumento por las características de quien lo afirma, sin tener en cuenta las pruebas a favor o en contra.
Validez
Ad verecundiam es falaz cuando se aplica a la deducción, y no a la evidencia (o premisa) de un razonamiento. Puede aceptarse una prueba dependiendo de su origen por razones de credibilidad, pero aceptar una deducción basándose únicamente en su fuente es la falacia ad verecundiam.
Las premisas que alaben a una persona pueden existir en razonamientos válidos, aunque la persona alabada sea la única fuente de una prueba usada en uno de sus argumentos.
Ejemplos
Ejemplo falaz:
"Pero tiene que ser verdad. Lo ha dicho la tele".
Que un argumento haya sido difundido por un medio muy aceptado socialmente como es la televisión no dice un ápice sobre su veracidad.
Ejemplo no falaz:
"La mecánica cuántica tiene que ser un error. Lo dice Einstein".
Este argumento habría sido válido en la época en que Albert Einstein hizo tales afirmaciones, pues Einstein era un experto de enorme y justificado crédito en tales materias, y los postulados de la mecánica cuántica eran objeto de controversia en el momento. No obstante la ciencia actual ha demostrado la validez de los postulados de la mecánica cuántica. Pero el recurso a su autoridad como científico en ese momento dado habría sido adecuado y no falaz por sí mismo.
Argumentum ad populum
Un argumento ad populum o argumentum ad populum (en Latin significa "dirigido al pueblo"), es una falacia lógica que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la supuesta opinión que de ello tiene la gente en general, en lugar de al argumento por sí mismo. Un argumento ad populum (y por tanto, falaz) tiene esta estructura:
A afirma B;
Se dice que la mayoría de la gente dice B
Por tanto, B es cierto.
Ad populum es una falacia lógica también conocida como sofisma populista debido a que suele usarse en discursos más o menos populistas. Es de uso habitual en los argumentos de las discusiones cotidianas. También se utiliza algo en política y en los medios de comunicación aunque no es tan poderosa como el argumentum ad hominem. Suele adquirir mayor firmeza cuando va acompañada de un sondeo o encuesta que respalda la afirmación falaz. A pesar de todo, es bastante sutil y para oídos poco acostumbrados puede pasar inadvertida.
Uso
Esta falacia es una variedad de la falacia ad verecundiam con la diferencia de que en vez de atribuir la autoridad en una persona o un reducido grupo de eminencias en este caso se atribuye autoridad a todo a un gran colectivo de gente, por ejemplo a la población de un país. Mediante un ardid argumental uno puede apoyar su afirmación basándose en que es la opinión de la mayoría.
Validez
Existen dos grados de falacia ad populum con mayor y menor consistencia. Se puede afirmar sin pruebas que lo confirmen que la opinión mayoritaria de la gente es X. En ese caso la falacia es doble, se afirma una premisa que se desconoce y encima se le da autoridad a esa dudosa opinión mayoritaria.
Pero puede ocurrir que se haya hecho algún tipo de consulta popular que permita conocer esa opinión. Aun suponiendo que la consulta se haya hecho correctamente y que la opinión este bien reflejada en los resultados este argumento sigue siendo falaz. Nada justifica un razonamiento solo porque la mayoría piense lo mismo. Este pensamiento se basa en la intuición de que la opinión general tiene autoridad porque tanta gente no puede estar equivocada.
Se suele oír en frases del tipo todo el mundo sabe que... o ...esto es lo que la sociedad desea.' así como la mayoría de los españoles saben que.... La gente quiere...
Ejemplos típicos
La gente quiere ver telebasura así que es lícito poner telebasura
¿Se le ha preguntado bien a la gente que es lo que quiere ver? ¿A la gente le ponen lo que quiere o ve lo que le ponen?
Esta película tiene que ser buena porque la ha visto mucha gente
¿Se sabe cuantos de los que la vieron les gustó? Y aunque a todos les gustara eso expresa una preferencia pero no una verdad. A muchos les puede gustar la comida rápida y ningún médico dirá que eso es motivo para decir que tal comida es sana.
Subtipos
Hay un tipo de argumentum ad populum muy usados para reafirmar el inmovilismo o una tendencia conservadora. Hay dos variantes particulares muy usadas.
Apelación a la tradición: Siempre se ha hecho así
Apelación a la práctica común: Todo el mundo hace lo mismo
Un ejemplo sobre esto sería:
Esta ley no es buena porque ningún país del mundo tiene nada igual
Es obvio que tal razonamiento es inmovilista ya que para que haya innovaciones siempre alguien ha de ser el primero.
Argumentum ex populo
El Argumentum ex populo consiste en defender un determinado argumento alegando que todo el mundo está de acuerdo con él. Su esquema es:
Todo el mundo dice que los gatos negros traen mala suerte.
Por tanto, los gatos negros traen mala suerte.
Es casi obvio que no "todo el mundo" cree tal cosa, lo que lo hace una especie de falacia.
Aunque estos esquemas de argumentos no son deductivamente válidos, no debemos despreciar su fuerza persuasiva. Porque, si se da el caso de que todo el mundo dice que A es verdadero y alguien dice, sin embargo, que es falso, es a ese alguien a quien le corresponde llevar el peso de la prueba.
Argumentum ad consequentiam
De Wikipedia, la enciclopedia libre
(Redirigido desde Argumentum ad consecuentiam)
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Un argumento ad consequentiam o argumentum ad consequentiam (en Latin, significa "dirigido a las consecuencias"), es una falacia lógica que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a las posibles consecuencias negativas del mismo. Tiene la estructura:
1. A afirma B;
2. B tiene una consecuencia C, considerada negativa,
3. Por tanto, B es falso.
Uso
Una falacia ad consequentiam consiste en afirmar que un argumento de alguien es erróneo sólo porque las consecuencias indirectas reales o intuidas del mismo se consideren negativas o inaceptables.
No todos los argumentos ad consequentiam son negativos. Es posible argumentar que algo es cierto por tener consecuencias consideradas positivas.
Validez
Ad consequentiam es falaz cuando se aplica a la deducción sobre las consecuencias, y no a la evidencia (o premisa) de un razonamiento.
Ejemplos
"¿Dices que el Universo no se creó en siete días? ¡Pero eso destruiría la credibilidad de la Biblia!".
Podría haber ocurrido que los avances en la ciencia cosmogónica hubieran destruido, en efecto, la credibilidad de la Biblia; no obstante ello, la veracidad del argumento "el Universo no se creó en siete días" no resulta afectada por tal posibilidad.
"Tiene que haber algo después de la muerte. Si no, la vida no tiene sentido".
El hecho de que la vida pudiera perder sentido si no hay nada después de la muerte, no invalida por sí mismo este argumento.
"¿Qué Carlos es gay? No, eso no puede ser, su padre lo mataría".
Que el padre de Carlos pudiera tomarse muy a mal la homosexualidad de su hijo no invalida en absoluto la afirmación de que Carlos sea, en efecto, gay.
"No, no puede ser que el Presidente esté implicado en eso. Perderíamos las elecciones".
El hecho de que la implicación del Presidente en algún asunto turbio pudiera suponer efectivamente perder las elecciones, no invalida la afirmación de que lo está.
Falacia ecológica
La falacia ecológica es un tipo de falacia o error en la argumentación basado en la errónea interpretación de datos estadísticos, en el que se infiere la naturaleza de los individuos a partir de las estadísticas agregadas del grupo al que dichos individuos pertenecen. Esta falacia da por supuesto que todos los miembros de un grupo muestran las mismas características del grupo. Los estereotipos son un tipo de falacia ecológica muy extendida: por el hecho de pertenecer a un grupo, se aplican falazmente a un individuo alguna de las características "típicas" del grupo en general (como considerar que cualquier persona, por ser alemán es extremadamente racional o por ser catalán será ahorrador en extremo).
Esta falacia se conoce en los esquemas clásicos como falacia de ambigüedad por división.
Ejemplo
Pongamos que la renta per cápita en España sea superior a la renta per cápita en México. Dar por supuesto que cualquier español elegido al azar tendrá una renta mayor que cualquier mexicano elegido al azar es un ejemplo de falacia ecológica, ya que la renta per cápita es un promedio y con ese sólo dato no sabemos cual es la distribución de la renta entre los individuos en cada país.
Para entenderlo mejor: Un caso extremo sería que un solo individuo español tuviera de renta 100.000.000.000.000 euros y el resto de los españoles 1 euro cada uno, mientras que todos los mexicanos tienen de renta 2 euros. Cualquiera de los mexicanos tiene una renta superior a todos los españoles excepto a uno, en cambio la renta per cápita española sería más alta. Consecuentemente, conociendo la media - que es una característica del grupo - no podemos inferir características de los individuos.
Falacia cartesiana
La expresión falacia cartesiana es utilizada por quienes son contrarios a la idea descrita por el filósofo René Descartes en relación a la mente y el cuerpo humano y que se conoce como dualismo cartesiano.
Descartes consideraba que la mente humana es algo independiente y objetivo separado del cuerpo. El razonamiento circular utilizado por Descartes para justificar su idea se conoce como círculo cartesiano.
En efecto, se puede acusar a Descartes de dos falacias graves en su argumentación: primero, él concluye el pensamiento de un argumento que está presuponiendo eso (el pensamiento) todo el tiempo; es decir, él dice "me voy a sentar a pensar" y luego de meditar un buen rato concluye que existe el pensar, no obstante, ese fue su punto de partida. Segundo, aunque se le pueda conceder a Descartes que es imposible dudar del pensamiento, de ahí no se sigue la "res cogitans"; esto es, aunque haya pensamiento, no por eso debe haber alguien que piense y mucho menos, si hay alguien que piense, ese alguien debe ser material, como Descartes supone. Pensemos, por ejemplo, que el pensamiento puede ser propio de Dios únicamente.
Falacia de causa cuestionable
Las falacias de causa cuestionable también conocidas como falacias causales o non causa pro causa son falacias informales donde una causa es identificada de manera incorrecta. Algunas de estas son:
La correlación de dos implica que uno es la causa o también (Cum hoc, ergo propter hoc)
Falacia de la única causa o efecto conjunción o relación ficticia o Relación espuria - Esta falacia se produce al pensar que existe una única causa para la consecución de un efecto cuando en realidad es la combinación de varias. Es denominada también relación ficticia porque se crea una relación ficticia entre la única causa propuesta y su efecto cuando la realidad es que existe una o varias causas que se desconocen denominadas variables ocultas que solo en conjunción o por si solas, es decir, sin necesidad incluso de la causa propuesta desencadenan el efecto. Ej. Sube la venta de helados. Algunos ven relación causa - efecto entre la bajada de precios de los helados y el aumento de ventas. Sin embargo, esta pudo ser debida a la ola de calor y al incremento de marketing.
Circularidad en causa consecuencia - Es una falacia lógica donde la consecuencia de un fenómeno es llamado a ser la raíz o causa principal del problema. Esto es denominado muchas veces como la falacia del huevo o la gallina. Un ciclo o circularidad muy común en causa y consecuencia es que uno no puede tener un trabajo sin experiencia, pero no puede adquirir experiencia sin trabajo. Esta falacia se resuelve rompiendo el ciclo de solo dos posibilidades e introduciendo nuevas posibilidades o ampliando el espectro de acepciones en la definición de los término.
Falacia genética
La falacia genética es una falacia lógica que consiste en el reproche de algo basándose en su origen.
Se da cuando alguien intenta reducir el prestigio de una idea, una práctica o una institución simplemente teniendo en cuenta su origen (génesis) o su estado anterior. Esto se hace pasando por alto cualquier diferencia que se encuentre con respecto a la situación actual, generalmente trasfiriendo la estima positiva o negativa del estado anterior.
También falla a la hora de determinar las ideas por sus méritos. El primer criterio para una buena discusión es que las premisas deben relacionarse con la verdad o falsedad de la materia en cuestión. Dado que el origen de algo no necesariamente refleja sus méritos, una discusión que utiliza tal premisa para poner en cuestión la bondad o no de lo que se debate ha de considerarse defectuosa.
En términos de categorización la falacia genética es una falacia de irrevalancia.
Según el Oxford Companion to Philosophy el término se originó en el libro Logic and Scientific Method de Morris Cohen y Ernest Nagel.
Ejemplos
”¿No irá a ponerse un anillo de bodas, verdad? ¿Es que no sabe que el anillo de bodas simbolizaba en un principio las cadenas del tobillo puestas a las mujeres para evitar que fueran lejos del marido? No hubiera pensado que fuera a dar pie a una práctica tan machista.”
Los supuestos orígenes sexistas del anillo de bodas no convierten a todo el que lo lleve en sexista.
El interés por lo oculto fue lo que llevó a Isaac Newton a la teoría de la gravedad, por tanto cualquier persona que crea en la gravedad es un seguidor de lo oculto.
La teoría de la gravedad no es una doctrina ocultista y ha sido probada científicamente.
El Karate proviene de la práctica china del Kung Fú, luego el Kung Fú es mejor que el kárate. (lo contrario también sería falaz)
Falso dilema
La falacia lógica del falso dilema (también conocida como dilema falsificado, falacia del tercero excluido, falsa dicotomía, falso correlativo o bifurcación) involucra una situación en la que se afirma que dos puntos de vista son las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen una o más opciones alternativas que no han sido consideradas. Las dos alternativas son con frecuencia, aunque no siempre, los puntos de vista más extremos dentro de un espectro de posibilidades. En vez de tales simplificaciones extremistas suele ser más apropiado considerar el rango completo, como en la lógica difusa.
La falacia del falso dilema es una de las formas de uso incorrecto del operador lógico «o». Para otros usos incorrectos de este mismo operador, vea la falacia de la elección falsa.
Un falso dilema no tiene por qué estar necesariamente limitado a dos alternativas, pudiendo involucrar tres o más, pero en todo caso se caracteriza por omitir alternativas razonables sin argumentar esa exclusión, sea ésta deliberada o accidental.
Ejemplos
«Paco no ha llegado a trabajar. O ha tenido un accidente en el coche o se ha quedado dormido. Llamamos a su casa y averiguamos que salió a tiempo, luego ha tenido un accidente.» Este argumento es un falso dilema, ya que hay multitud de otras razones por las que Paco puede llegar tarde: desde haber renunciado sin notificarlo hasta haber sido detenido por una infracción de tráfico. Si pudiéramos probar que no existen esas alternativas, el argumento sería correcto. Mientras tanto, es falaz.
Los falsos dilemas son muy comunes en política. Con frecuencia se ocultan en preguntas retóricas, y entonces se vuelven similares a la falacia de la pregunta compleja, como en estos ejemplos:
«¿Reelegirá usted al partido en el gobierno o le dará alas al terrorismo?»
«¿Está usted con nosotros o con las fuerzas del mal?»
O pueden formularse como sentencias de hecho:
«Mi oponente votó contra el incremento del presupuesto para educación pública. Debe pensar que educar a nuestros hijos no es importante.»
«Nadie gana a menos que todo el mundo gane.»
«Estás con nosotros o estás contra nosotros.»
«En nuestra búsqueda de progreso económico y político todos subiremos, o bien todos bajaremos.»
«La bandas violentas se han adueñado de las calles, así que debemos incrementar la presencia policial o dejar que huyan.»
Implicaciones legales
Durante la batallas legales de la controversia creación-evolución libradas en los Estados Unidos, la dicotomía entre el creacionismo y la teoría de la evolución ha sido señalada como otro ejemplo de falso dilema y denominado también un dualismo artificial.
Véase, por ejemplo, la opinión que el juez John E. Jones III escribió en la sentencia del caso Kitzmiller contra la Escuela del Distrito de Dover: «El diseño inteligente (DI) está basado en la premisa de una falsa dicotomía, en concreto, que en la medida que la teoría evolucionista sea desacreditada, el DI es confirmado. (5:41 (Pennock)). Este argumento no se trae ante esta Corte por vez primera, y de hecho el mismo argumento, denominado “dualismo artificial” en el caso McLean, fue empleado por los creacionistas en los años 1980 para apoyar la “ciencia de la creación”. La corte del caso McLean señaló la “pedagogía falaz del métodos de los dos modelos” y que “en su esfuerzo por establecer ‘pruebas’ que apoyasen la ciencia de la creación, sus defensores confiaron en la misma falsa premisa que el enfoque de dos modelos ... todas las pruebas que criticaban la teoría de la evolución eran pruebas que apoyaban la ciencia de la creación.”»
Petición de principio
La petición de principio, o petitio principii es una falacia que ocurre cuando la proposición a ser probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas. Como concepto en la lógica la primera definición de esta falacia conocida en occidente fue acuñada por el filósofo griego Aristóteles, en su obra Primeros analíticos.
Este término no se suele aplicar a la falacia más general que resulta cuando la evidencia dada para una proposición necesita tanta prueba como la proposición misma. El término más usado para una argumentación semejante es el de falacia de las muchas preguntas.
Un ejemplo
Veamos un intento de probar que Pablo dice la verdad:
Supongamos que Pablo cuando habla no miente.
Pablo está hablando.
Por lo tanto, Pablo está diciendo la verdad.
Todas estas proposiciones son lógicas, pero no lo convencen a uno de la veracidad de su autor. El problema aquí es que el autor, buscando probar la veracidad de Pablo, le pide a su audiencia que asuma que Pablo dice la verdad, de modo que lo que termina probando es que "si Pablo no miente, entonces dice la verdad".
Es importante notar que las premisas son verdaderas, y que la conclusión se sigue de las premisas (ya que de algún modo es idéntica a éstas). Todas las argumentaciones circulares tienen esta propiedad: que las proposición a ser probada se asume en algún punto anterior. Por esta razón esta falacia fue clasificada como una falacia material, en vez de como una falacia lógica por Aristóteles.
Formalmente hablando esta falacia tiene la siguiente estructura. Para alguna proposición p
p implica q
q implica r
r implica p
suponga p
por lo tanto, q
por lo tanto, r
por lo tanto, p.
Post hoc ergo propter hoc
Post hoc ergo propter hoc es una expresión latina que significa “después de esto, luego a consecuencia de esto”. A veces se acorta por post hoc. Post hoc es también llamado correlación coincidente o causa falsa, es un tipo de falacia que afirma o asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. Este es un error particularmente tentador, porque la secuencia temporal es algo integral a la causalidad- es verdad que una causa se produce antes de un efecto. La falacia viene de sacar una conclusión basándose sólo en el orden de los acontecimientos, lo cual no es un indicador fiable. Es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento produjo el segundo acontecimiento. Post hoc es un ejemplo de la falacia de afirmación de la consecuencia. Puede expresarse así:
El acontecimiento A sucedió antes que el acontecimiento B.
Luego, A debe haber causado B.
Ejemplo:
El gallo siempre canta antes de la salida del sol.
Luego, el canto del gallo provoca que salga el sol.
Otro ejemplo:
La ventas de helado aumentan mucho en el mes junio.
Los accidentes de tráfico aumentan mucho el mes de julio.
Luego, el que la gente coma más helado provoca que los coches tengan más accidentes.
Esta línea de razonamiento es la base para muchas creencias supersticiosas y de pensamiento mágico.
Post hoc se relaciona también con la falacia de “correlación implica causalidad”.
Generalización apresurada
La generalización apresurada o generalización indebida es un tipo de falacia en la cual se llega a una conclusión basándose en pocos casos que no son suficientes para justificarla. De esta forma, se concluye que como un grupo es de una manera, todos los grupos son iguales. Esta falacia puede ser desmentida con un contraejemplo.
Ejemplo:
Maria es chica, Neus es chica, Paula es chica; así que todas las personas de mi clase son chicas.
Porque estas tres personas sean chicas, no quiere decir que todas las personas de mi clase sean chicas. Esto es una falacia.
Contraejemplo:
Carlos no es chica, así que no todas las personas de mi clase son chicas.

Sofisma
Un sofisma es una refutación o silogismo aparente, con objetivo de defender algo falso confundiendo al oyente o interlocutor, mediante una argucia en la argumentación que puede consistir, o bien en exponer premisas falsas como verdaderas, o bien en seguir de premisas verdaderas conclusiones que no se siguen realmente de dichas premisas. Estos argumentos, falsos, pero en apariencia verdaderos, pueden ser lingüísticos o extralingüísticos.
En la actualidad se usan indistintamente los términos "falacia" y "sofisma". El término "paralogismo", empleado erróneamente como sinónimo de estos términos, carece de la intención de engañar, que caracteriza al sofisma y a la falacia
En la Grecia clásica la capacidad de emplear sofismas en los argumentos era alabado como una habilidad retórica, por lo que la sofística gozó de gran éxito durante el siglo V a. de C., aunque ahora esta época se considera la época de la primera crisis de la filosofía, la crisis del espíritu griego.
Ejemplos de sofisma: Se dice que Protágoras (el primer sofista profesional según Platón) recibió a un joven que pretendía ser su pupilo, a pesar de no tener dinero para pagar los servicios del maestro. Éste le tranquilizó, diciéndole que le pagase cuando ganase su primer pleito. Tras el periodo de formación, el tiempo se alargaba sin que el pupilo ganase juicio alguno, ya que ninguno entablaba. Suponiendo mala fe en el alumno, Protágoras llevó a juicio a aquél, pero el tribunal fue incapaz de pronunciarse: Si Protágoras ganaba, el alumno debería pagar, rompiendo así el acuerdo origen del litigio. Si Protágoras perdía, el alumno no debería pagar nada.
Sócrates es mortal
Un gato es mortal
Luego Sócrates es un gato
No todo lo que brilla es oro
El oro brilla
Luego el oro no es oro.
Silogismo
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El silogismo es una forma de razonamiento lógico que consta de dos proposiciones y una conclusión, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos. El silogismo fue formulado por primera vez por Aristóteles, en su obra lógica recopilada como El Organon, en los libros conocidos como primeros analíticos.
Aristóteles consideraba la lógica como lógica de relación de TERMINOS.
Los términos se unen o separan en los JUICIOS. Los juicios aristotélicos son considerados bajo el punto de vista de unión o separación de dos términos, un SUJETO y un PREDICADO. Hoy hablaríamos de proposiciones.
Mantenemos, no obstante, la denominación de juicio, por ser lo más acorde con lo tradicional, teniendo en cuenta que este tipo de lógica, como tal, está en claro desuso, sustituida por la lógica simbólica en la que esta lógica es interpretada como lógica de clases.Ver cálculo lógico
La relación entre los términos de un juicio, al ser comparado con un tercero que hace de "término medio", aparecen las posibles conclusiones.
Así pues, el silogismo consta de dos juicios, premisas, en los que se comparan tres términos, de cuya comparación se obtiene un nuevo juicio como conclusión.
La Lógica trata de establecer las leyes lógicas que garantizan que, de la verdad de los juicios comparados (PREMISAS) podamos obtener con garantía de verdad un nuevo juicio verdadero (CONCLUSIÓN).
Tabla de contenidos
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1 Definición y elementos
1.1 Figuras y modos silogísticos
2 Reglas del silogismo
2.1 Reglas para los términos
2.2 Reglas para las premisas
2.3 Justificación de las Reglas
2.3.1 Reglas de los términos
2.3.2 Reglas de las premisas
3 Los modos válidos
4 Resolución de los modos mediante un algoritmo mecánico: Las cartas silogísticas
5 Representación gráfica de los modos como lógica de clases mediante diagramas de Venn
6 La problemática de la lógica silogística
7 Referencias
8 BIBLIOGRAFÍA
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[editar] Definición y elementos
El juicio aristotélico considera la relación entre dos términos: un Sujeto, S, y un predicado, P.
Los términos pueden ser tomados en su extensión universal: abarca a todos los miembros a los cuales representa el concepto.
O en su extensión particular: cuando sólo se refiere a algunos.
Los juicios por la extensión en la que es tomado el término sujeto, como criterio de cantidad, pueden ser:
Universales
Particulares
La relación entre S y P, puede ser de unión, afirmación, S es P.
O de separación, negación, S no es P.
Los juicios por la cualidad de la relación entre S y P pueden ser:
Afirmativos
Negativos
El predicado de una afirmación siempre tiene extensión particular, y el predicado de una negación está tomado en su extensión universal.
Según el criterio de cantidad y cualidad, resulta la siguiente clasificación de los juicios:
CLASE
DENOMINACIÓN
ESQUEMA
EXPRESIÓN-EJEMPLO
A
Universal Afirmativo
Todo S es P
Todos los hombres son mortales
E
Universal Negativo
Ningún S es P
Ningún hombre es mortal
I
Particular afirmativo
Algún S es P
Algún hombre es mortal
O
Particular Negativo
Algún S es No-P
Algún hombre es no-mortal
Los juicios se relacionan unos con otros en lo que constituye un argumento.
EL SILOGISMO ES LA ARGUMENTACION en la que de un antecedente que compara dos términos con un tercero, se infiere un consecuente que une o separa estos términos entre sí.
Antecedente: Dos premisas
Consecuente: Una conclusión.
TÉRMINOS:
Término mayor: Es el predicado de la conclusión. La premisa en la que se encuentra se llama Premisa mayor. Se representa como P
Término menor: Es el sujeto de la conclusión. La premisa en la que se encuentra se llama Premisa menor. Se representa como S
Término medio: Que sirve de comparación y no puede estar en la conclusión. Se representa como M

[editar] Figuras y modos silogísticos
Teniendo en cuenta la disposición de los términos en las premisas y en la conclusión se pueden dar los siguientes FIGURAS SILOGÍSTICAS, que se denominan:
1ª FIGURA
2ª FIGURA
3ª FIGURA
4ª FIGURA
M P
P M
M P
P M
Premisa mayor
S M
S M
M S
M S
Premisa menor
S P
S P
S P
S P
CONCLUSIÓN
Los modos son las distintas combinaciones que se pueden hacer con los juicios que entran a formar parte de las premisas y la conclusión. Como estos juicios tienen cuatro tipos distintos(A,E,I,O) y en cada caso se toman de tres en tres, -dos premisas y una conclusión- hay 64 combinaciones posibles.
Estas 64 combinaciones posibles quedan reducidas a 19 modos válidos, al aplicar las reglas del silogismo: 4 pertenecen a la primera figura, 4 a la segunda, 6 a la tercera, y 5 a la cuarta.
[editar] Reglas del silogismo
[editar] Reglas para los términos
El silogismo debe constar sólo de tres términos: mayor, menor y medio.
El término medio nunca debe aparecer en la conclusión.
El término medio debe ser universal, al menos en una de las premisas.
Ningún término puede tener mayor extensión en la conclusión que en las premisas.
[editar] Reglas para las premisas
Dos premisas afirmativas nunca pueden dar una conclusión negativa.
Ambas premisas no pueden ser negativas.
Ambas premisas no pueden ser particulares.
La conclusión sigue siempre la parte más débil, también denominada la "peor parte". De ahí se sigue que si una de las premisas es negativa, la conclusión será negativa; y que si una de las premisas es particular, la conclusión tendrá carácter particular.

[editar] Justificación de las Reglas
[editar] Reglas de los términos
El silogismo no puede tener más que tres términos: Mayor, Medio y Menor.
Esta ley se limita a cumplir la estructura misma del silogismo: La comparación de dos términos con un tercero. Aunque es una ley clara su aplicación no siempre lo es. Es lo que algunos llaman silogismo de cuatro patas.
Consideremos el siguiente silogismo:
Todos los caballos nacen potros
Rocinante es un caballo
Rocinante nació potro

En la primera premisa estamos hablando de caballos de carne y hueso, y en la segunda estamos hablando de un caballo imaginario, de mentira.
El silogismo es de todo punto inválido, aunque siga una forma aparentemente válida, pero lleva a conclusiones falsas pues Rocinante no tuvo nacimiento, al no ser un caballo como los de la premisa mayor.

Los términos no deben tener mayor extensión en la conclusión que en las premisas.
Por la misma estructura del silogismo; únicamente podremos obtener conclusiones acerca que lo que hemos comparado en las premisas.

El término medio no puede entrar en la conclusión.
Por la misma estructura del silogismo la función del término medio es servir de intermediario, como término de la comparación.

El término medio ha de tomarse en su extensión universal por lo menos en una de las premisas.
Para que la comparación sea tal, es necesario que el término medio sea comparado en su totalidad. De otra forma, podría ser comparado un término con una parte y el otro con la otra, constituyéndose en realidad entonces un silogismo de cuatro términos.
Todos los andaluces son españoles.
Algunos españoles son gallegos.
Por tanto, algunos gallegos son andaluces.
Lo que evidentemente no es un modo válido, puesto que "españoles" en la premisa mayor al ser predicado de una afirmativa está tomado en su extensión particular.
[editar] Reglas de las premisas
De dos premisas negativas no puede obtenerse conclusión alguna.
Dos premisas negativas no se adaptan a la estructura del silogismo, ya que si negamos S de M, y P de M, no sabemos qué relación puede haber entre S y P. Para establecer la relación, por lo menos uno de los términos tiene que identificarse con M. Por tanto una de las dos premisas tiene que ser afirmativa.

De dos premisas afirmativas no puede sacarse una conclusión negativa.
En efecto, si S se identifica con M, y P también se identifica con M, no tiene sentido establecer una relación negativa con entre S y P. La conclusión será afirmativa.

La conclusión siempre sigue la peor parte. Entendiendo por peor parte, la negativa respecto a la afirmativa y lo particular respecto a lo universal.
Veamos los dos casos separadamente:
a) Caso negativo: La conclusión es negativa, por la misma estructura del silogismo: Si M es P y S no es M, es claro que S no es P. Se trata del principio del "tercio excluso".
b) Caso particular: Pueden darse dos casos. (teniendo en cuenta que dos premisas particulares no puede ser, como veremos en la regla siguiente): Que una sea afirmativa y la otra negativa, o que las dos sean afirmativas.
1º) Dos afirmativas. (Tenemos que recordar que el Predicado de una afirmativa está tomado en su extensión particular, y el Predicado de una negativa en su extensión universal).
Al ser las dos afirmativas sus predicados son particulares. Como el término de la Universal tiene necesariamente que ser el Término Medio (regla 4 de los términos), la conclusión tiene que tener un sujeto particular.
2º) Una afirmativa y otra negativa: Tiene que haber dos términos universales. Uno de ellos tiene que ser el término medio (regla 4 de los términos), el otro tiene que ser el predicado de la conclusión, pues la conclusión tendrá que ser negativa, (caso a) de esta misma regla). Por tanto el término que queda será el sujeto de la conclusión con extensión particular.

De dos premisas particulares no se saca conclusión.
También tiene dos casos posibles: que una sea afirmativa y la otra negativa o que las dos sean afirmativas.
a) Afirmativa y negativa: Algún A es B - Algún A no es C.
Sólo hay un término universal que es el predicado de la negativa, que por tanto tiene que ser el Término Medio (regla 4 de los términos), La conclusión tendrá que ser negativa (caso a) de la regla anterior), y por tanto el predicado tendrá que ser universal, y no puede ser el Término Medio (regla 3 de los términos), por tanto no puede haber conclusión.
b) Dos afirmativas: Algún A es B - Algún A es C.
Los tres términos son particulares, y por tanto no puede haber Término medio con extensión universal (regla 3 de los términos), y por tanto no hay conclusión posible.
[editar] Los modos válidos
De la aplicación de las leyes del silogismo a los 64 modos, resultan válidos solamente 19 modos que tradicionalmente se memorizaban atendiendo a las clases de juicios que constituye cada figura con sus premisas y conclusión.

Así los modos válidos
Se memorizaban cantando
De la primera figura
AAA, EAE, AII, EIO
BARBARA, CELARENT, DARII, FERIO
De la segunda figura
EAE, AEE, EIO, AOO
CESARE, CAMESTRE, FESTINO, BAROCO
De la tercera figura
AAI, IAI, AII, EAO, OAO, EIO
DARAPTI, DISAMIS, DATISI, FELAPTON, BOCARDO, FERISON
De la cuarta figura
AAI, AEE, IAI, EAO, EIO
BRAMALIP, CAMENES, DIMATIS, FESAPO, FRESISON

[editar] Resolución de los modos mediante un algoritmo mecánico: Las cartas silogísticas


cartas silogísticas
Consiste en un juego de ocho cartas. Cuatro mayores y cuatro menores. En cada carta mayor figura en primera línea una posible premisa mayor y debajo posibles conclusiones. La primera línea de las cartas menores llevan una posible premisa menor, y en sus partes medias unas aberturas.
Colocando una carta menor sobre una mayor como si fuera una combinación de premisas, aparece en la abertura correspondiente una conclusión si es modo válido, o ninguna si no lo es (carta 8 menor).
[editar] Representación gráfica de los modos como lógica de clases mediante diagramas de Venn
Se pueden representar estos modos mediante diagramas de Venn de la siguiente forma, con las siguientes convenciones:
La relación de inclusión, Todo S es P, se representa como “No hay ningún S que no sea P”.
La inexistencia se representa mediante el color rojo
La existencia individual se afirma mediante una X en rojo.
La conclusión aparece como resultado de la relación de los términos S y P
La relación de los términos se constituye como pertenencia o no pertenencia a la clase.
1ª FIGURA




BARBARA
CELARENT
DARII
FERIO
Todo M es P
Nigún M es P
Todo M es P
Ningún M es P
Todo S es M
Todo S es M
Algún S es M
Algún S es M
Todo S es P
Ningún S es P
Algun S es P
Algún S es no-P
2ª FIGURA





CESARE
CAMESTRE
FESTINO
BAROCO
Ningún P es M
Todo P es M
Ningún P es M
Todo P es M
Todo S es M
Ningún S es M
Algún S es M
Algún S es no- M
Ningún S es P
Ningún S es P
Algún S es no-P
Algún S es no-P

3ª FIGURA




DARAPTI
DISAMIS
DATISI
FELAPTON
Todo M es P
Algún M es P
Todo M es P
Ningún M es P
Todo M es S
Todo M es S
Algún S es M
Todo M es S
Algún S es P
Algún S es P
Algún S es P
Algún S es no-P




BOCARDO
FERISON


Algún M es no-P
Ningún M es P


Todo M es S
Algún M es S


Algún S es no-P
Algún S es no-P


4ªFIGURA





BAMALIP
CAMENES
DIMATIS
FESAPO
Todo P es M
Todo P es M
Algún P es M
Ningún P es M
Todo M es S
Ningún M es S
Todo M es S
Todo M es S
Algún S es P
Ningún S es P
Algún S es P
Algún S es no-P




FRESISON



Ningún P es M



Algún M es S



Algún S es no-P



[editar] La problemática de la lógica silogística
La exposición anterior es la forma más esquemática de presentación tradicionalmente presentada como lógica Aristotélica.
Sin embargo la problemática que trata Aristóteles es bastante más compleja. Aristóteles define: “Silogismo es un argumento en el cual, establecidas ciertas cosas, resulta necesariamente de ellas, por ser lo que son, otra cosa diferente”[1].
Dos aspectos a destacar en su definición:
La necesidad, que considera el silogismo como categórico
El fundamento de dicha necesidad, por “ser las cosas lo que son”.
Hablar del silogismo categórico supone hablar de lo incondicionado. Y precisamente incondicionado por estar basado en el “ser de las cosas”.
Aristóteles está pensando en un predicado aprehendido y atribuido por el entendimiento a un sujeto, en lo que es la comprensión del sujeto. Dicha comprensión, en el lenguaje apofántico, manifiesta la verdad, porque el entendimiento humano (entendimiento agente, según Aristóteles) es capaz de llegar a la intuición directa de lo real, aunque sea a través de un proceso de abstracción.
Se parte del supuesto de que P es predicado “verdadero” de S, lo que plantea una cuestión metalógica. Véase verdad.
Aristóteles piensa que el juicio manifiesta “lo que es” como verdadero. El problema entonces es ¿y cómo se predica de un sujeto lo que “no-es”?
La lógica aristotélica se encuentra con el problema de los juicios negativos que resuelve no del todo bien.
De hecho el cuadro de oposición de los juicios ya presenta problemas que estudió con todo detalle, por lo que en realidad el mismo Aristóteles consideró tres figuras y no todos los 19 modos válidos.
Aristóteles considera modos perfectos aquellos cuya validez aparece como evidente, siendo los demás imperfectos por cuanto deben ser probados por medio de los modos perfectos, que son los correspondientes a la primera figura: BARBARA, CELARENT, DARII, FERIO.
Incluso llegó a considerar tales modos como los axiomas de todo el sistema lógico.
El juicio como “atribución” de un predicado verdadero a un sujeto, plantea el problema de un predicado falso, es decir un no-predicado. ¿Cómo conocemos un no-predicado?
Lingüísticamente el problema se disfraza negando el verbo en lugar del predicado. De esta forma en vez de decir "Antonio es un no-caballo", (¿qué es un no-caballo?), decimos "Antonio no es un caballo", pero eso sólo es inteligible bajo el punto de vista extensional de los conceptos, es decir bajo el punto de vista de pertenencia o no pertenencia a una determinada clase, lo que nos lleva a la lógica moderna de clases.
La lógica moderna simbólica supera con claridad todas estas dificultades, por lo que en realidad la lógica aristotélica como tal, está en claro desuso.
Reichenbach estudia el cuadro de oposición considerando los juicios A, E, I, O, como relación de clases y considera que pueden eliminarse los juicios negativos E, O, que son los problemáticos, mediante la anotación de la negación de la clase complementaria.
La notación se hace estableciendo entre el Sujeto S y el Predicado P, la letra minúscula correspondiente al tipo de juicio. Así tenemos que:


Así no sólo se simplifica la notación sino que de modos que tradicionalmente han sido considerados inválidos, se puede obtener conclusión válida, que la notación clásica hacía imposible.
Por todo ello la interpretación adecuada de la lógica aristotélica como silogismo es su interpretación como lógica de clases.
Pero considerar los conceptos universales, como clases plantea el problema de la existencia del individuo como instanciación o compromiso existencial. Pues la clase como propiedad independiente puede considerarse como abstracto. Pero los predicados como atributo, no es lo mismo.
La lógica tradicional no consideraba el problema de la existencia o no existencia del individuo respecto a los conceptos universales, pues se supone que éstos han surgido de la abstracción a partir del conocimiento de los singulares existentes.
La lógica actual considera la relación S y P como una función proposicional de un predicado P que se predica de un individuo x.
Mx simboliza "Ser mortal", siendo M = ser mortal que se puede predicar respecto a una variable x cuyo compromiso de existencia vendría dado por la cuantificación existencial de la referencia de dicha función, bien sea un cuantificador universal , un cuantificador particular, alguno, , o una constante individual determinada, a, b, c…
La lógica cuantificacional resuelve así el problema, pero convierte el silogismo en un esquema formal de inferencia, donde no hay afirmación sino una inferencia hipotética, al partir del hecho de que la proposición puede ser verdadera o falsa y no un afirmación categórica.
Así el silogismo por antonomasia en AAA, de la primera figura se interpretaría de la siguiente manera siendo S, M y P sus términos:
Es decir un silogismo hipotético del cálculo cuantificacional.
Esto supone una variación sustancial en el silogismo categórico aristotélico. Pues se establece una relación formal, no una predicación verdadera.
De esta manera el clásico silogismo categórico:
Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Por tanto Sócrates es mortal.
Se convierte en un Silogismo hipotético de la lógica de predicados:
Si todos los hombres son mortales y Sócrates es hombre, entonces, Sócrates es mortal.

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