sábado, 9 de agosto de 2008

Producto cultural de los '50

Cine


El desencadenamiento de la segunda guerra mundial hizo que la industrìa de Hollywood abandonara sus temas anteriores y diera cabida en primer lugar a los temas bélicos, que se orientaron hacia la propagación de una esperanza en la victoria americana final. Una excepción en este panorama del inicio de los años cuarenta lo representa Orson Welles con el Ciudadano Kane (1940), vivo testimonio del ascenso de la plutocracia capitalista americana y retrato de una sociedad a la que tan bien fotografió en El cuarto mandamiento, filme en el que se ocupa de las relaciones entre las tradicionales familias agricultoras y los nuevos ricos de la industria automovilística.

Las tareas de los reporteros bélicos darán origen a un cine documentalista de grandes logras, especialmente en Estados Unidos e Inglaterra, donde se había creado la Escuela Documental Británica, que desarrolla ampliamente la temática laboral, comercial y por supuesto social. En Rusia. El momento decisivo narra la batalla de Stalingrado con una peculiar perspectiva, la de los planteamientos estratégicos. Junto al cine Bélico, los productores ofrecen muchas películas de evasión que calmen un poco la angustiada existencia de las masas ciudadanas (El ladrón de Bagdad, de A. Korda, es un significativo botón de muestra de esta pretensión).


Con el cese de las hostilidades se abre una nueva y definitiva etapa que llega hasta nuestros días. El primer gran capítulo del cine de posguerra lo constituye el neorrealismo italiano.
Típicamente posbélico y asumiendo la conmoción moral que la guerra y sus consecuencias producen, es el movimiento americano conocido como la generación perdida ( R. Rosen, E. Kasan, J. Huston, F. Zinnemann, etc). Temas como la corrupción, incluyendo la de sectores públicos u oficiales, la marginación de los negras, que por otra parte han luchado como iguales en los campos de batalla, el antisemitismo, etc., son los elegidos por estos jóvenes directores que asumen un realismo crítico, pronto denunciado como subversivo por la Comisión de Actividades Antiamericanas, promovida por Mac Carthy. Orson Welles, Charles Chaplin y muchos otros son obligados a exiliarse para no caer en la caza de brujas. El agravamiento de la guerra fría, las crisis de Corea y Berlín, ponen fin a este esplendoroso realismo social e incluso la Escuela Documentalista neoyorquina ve clausuradas sus actividades tan fructíferas desde años atrás.
La debilitación de estos importantes movimientos y sus posteriores evoluciones, llevan al cine mundial por derroteros muy variados e incluso contradictorios. Grandes producciones de escaso valor artístico ocupan a numerosas gentes del cine europeo o americano (Ben-Hur, El Cid, etc.), situación que llega a nuestros días aunque con innovadores efectos técnicos.

Más interesante es la vertiente que atiende a temas tan contemporáneos como la soledad e incomunicación existentes en nuestra sociedad industrial. En parte enlazan con el naturalismo francés del período anterior e incluso con la corriente neorrealista, pero su preocupación por el individuo aislado está apoyada en una filosofía existencial. Goddard, Truffaut, Resnais, en Francia, Antonioni en Italia o W. Wilder en Estados Unidos, son exponentes de esta frustración en que vive la sociedad neocapitalista y sobre la que lanzan una implacable crítica.

Tras una etapa de control estricto por las autoridades fascistas, los directores italianos comienzan en los últimos mases de la Segunda Guerra Mundial a elaborar un cine sincero, que busca en la realidad la fuente de su temática.

El neorrealismo es una crónica desnuda de los hechos cotidianos y un buceo social en los aspectos tristes de la vida. Los problemas de posguerra, el paro, el hambre, los niños abandonados, son tomados por las cámaras, y el cine se concibe ante todo como testimonio documental. El padre de la escuela Rossellini, en el filme- manifiesto Roma, ciudad abierta (1945), tuvo que trabajar con escasez de medios, lo que le obligó a estimular su ingenio; "filmamos la mayor parte de las escenas en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos que reconstruimos" (Rossellini).

La veracidad de escenarios y tipos nos transmite el sufrimiento y el espíritu de resistencia del pueblo italiano bajo la ocupación alemana. Con esta óptica de análisis de la miseria y la violencia, De Sica, asociado al guionista Zavattini, otro nombre fundamental en la historia del neorrealismo, afronta en El limpiabotas el tema de la infancia de posguerra, maduraba precozmente entre las carencias y peligros de un país ocupado por tropas extranjeras. Con menor capacidad poética y una tendencia hacia la exageración melodramática construye De Santis Arroz amargo (1949), donde se denuncian las duras condiciones de trabajo de las cosechadoras de arroz. Se pasaba con esta película a nuevos horizontes argumentales, ya no directamente relacionados con la guerra; así Luigi Zampa describe con espíritu mordaz las costumbres italianas y Pietro Germi indaga en los problemas de los ferroviarios o con más acierto entre los obreros de las minas de azufre sicilianas (El camino de la esperanza, 1950).

Pero antes, en 1948, ha producido el neorrealismo dos auténticas obras maestras: La tierra tiembla de Luchino Visconti y El ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica. Al neorrealismo periodístico, de captación de escenas reales, de Rossellini, que basa la filmación en la improvisación, opone Visconti un neorrealismo social, una película detenidamente elaborada, para mostrar, a través de las vicisitudes de unos pescadores sicilianos, la imposibilidad de la liberación por el esfuerzo del individuo aislado y la necesidad de la solidaridad de clase. Este propósito se hubiera completado de haber realizado la trilogía que por entonces tenía en proyecto, con otras dos películas sobre los obreros de las minas de azufre y los trabajadores del campo. En De Sica encontramos un humanismo tierno, una piadosa compasión por los seres doloridos, con una perspectiva similar a la de Chaplin. El ladrón de bicicletas constituye un documento sobre la falta de trabajo y el valor de supervivencia que puede suponer algo tan elemental como una bicicleta (el protagonista vende cuanto tiene para adquirirla y recibir el encargo de pegar carteles, y se la roban el primer día de trabajo) y por otra parte un canto emocionante a la solidaridad entre los humildes, solidaridad que se presenta como su único patrimonio. Es la película que mayor admiración ha suscitado fuera de Italia.

A partir de 1952 los directores vuelven a los argumentos del fascismo, la guerra, la ocupación; es el retorno a los orígenes. Sin embargo Cesare Zavattini, que había aportado guiones a filmes de De Sica, sostiene por entonces que todavía no se había realizado ninguna obra auténticamente neorrealista. Para él el director debe tender a sustituir la representación de la realidad por la realidad misma; así nacen los filmes-encuesta, que ofrecen más documental que de película en sentido estricto.


Arquitectura



Al término de la Segunda Guerra Mundial el panorama de Europa es catastrófico: cientos de ciudades destruidas y cientos de magníficas obras arquitectónicas desaparecidas. La tarea más urgente, sin embargo, fue la de albergar a los millares de ciudadanos sin hogar, y aunque esto no siempre pudo hacerse conforme a planes magistrales lo cierto es que la actividad urbanística es lo más destacado del quehacer arquitectónico en las décadas de los años cuarenta y cincuenta. Esto es lógico si se tienen en cuenta dos factores: el primero, la necesidad de reconstruir ciudades enteras y el segundo, el haber pasado el tiempo necesario para haber madurado las propuestas de los grandes arquitectos racionalistas. Es modélica la reconstrucción de Rotterdam. basada en los principios de Le Corbusier aunque realizada por Bakeman y Van Der Broeck.

Por otra parte, grandes arquitectos como el finlandés Alvar Aalto y el mismo Le Corbusier seguían trabajando en Europa, dando muestras de un racionalismo dulcificado quizás por la experiencia orgánica.

Particularmente interesante es el caso de Italia, en donde el individualismo es superior a las tareas colectivas de urbanización. El arquitecto más trascendental de Italia y de la Europa de dicho momento es Pietro Luigi Nervi, nacido en 1891; de una gran calidad técnica sabe explotar todos los recursos de la nueva tecnología así como de los nuevos materiales para crear una obra monumental y llena de sensibilidad. Una de sus obras capitales, el Palacete del Deporte en Roma, resume el aprovechamiento de las tensiones y contrarrestos con la gracia de la movilidad a la que somete el hormigón de la cubierta.

En colaboración con Gio Ponti realiza el edificio Pirelli en Milán. Una vez más las estructuras de Nervi son puestas al servicio de una gran funcionalidad y de una belleza formal inaudita que resume el mejor espíritu italiano de todos los tiempos.

En América del norte se mantiene el espíritu del organismo de los Wright y de las aportaciones europeas de van De Rohe y Gropius. No obstante la audacia cada vez mayor eleva rascacielos casi infinitos. Resueltos los problemas térmicos iniciales que planteaba el vidrio mediante nuevas composiciones químicas y dobles ventanas, los edificios se transforman en verdaderas cajas de luz y de metal, como anticipara Mies.



En España el racionalismo había tenido un tímido eco durante la República, recogido por el GATCPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes Para el progreso de la Arquitectura Contemporánea) en Barcelona, de que Lluis Sert es su mejor representante, y por el GATEPAC (las mismas iniciales pero con el término españoles ) en Madrid. La labor de ambos grupos, al modo de la Bauhause alemana, es profunda e interesante por lo que tiene la puesta al día del pensamiento arquitectónico. No obstante la guerra civil truncó los tímidos brotes del buen racionalismo incipiente.

Al margen de ello es interesantísima la obra de Eduardo Torroja, que da una plasticidad al cemento desconocida en todo el mundo. Posteriormente, y tras una arquitectura oficial, de carácter herreriano-imperial, hacia los años cincuenta se reencuentra el camino de la buena arquitectura.

El Edificio de los Sindicatos en Madrid es el primer intento de volver a un criterio seriamente funcional. En las dos últimas décadas personalidades tan acusadas como Miguel Fisac, Sáenz de Oiza, Vázquez Molezun, Oriol Bohigas, Bofill, Fernández Alba, Moneo, etc., alcanzan en sus proyectos y en sus obras un actual sentido racional no exento, a veces, de un expresionismo claramente humanístico.



Cómic


El comienzo de la segunda guerra mundial supone un freno al desarrollo del comic, por las dificultades materiales y por las pugnas ideológicas generadas por el conflicto.

En los estados unidos la mayoría de los grandes personajes del mundo del cómic visten el uniforme militar o colaboran con la policía de su país para deshacer complots o perseguir espías. pocas o casi ninguna novedad importante se producen en estos años, y todavía la situación resultó más deteriorada por la creciente fuerza de los sindicatos que controlaban todo: los temas, el tamaño de las tiras, los dibujantes, etc.

En Europa fue igualmente costoso volver a editar, pero el despegue fue más brillante que en los Estados Unidos. En Bélgica continúa editándose Tintín y en Francia Albert Uderso crea su primer personaje Arys Buck. En España, en el veterano semanario TBO (creado en 1917) colabora Marino Benejam con su Familia Ulises, de calidad internacional.
También de esta época es la serie de El Guerrero del Antifaz, obra de Manuel Gago.

A partir de 1950 se aprecia un claro renacer del comic, pero ya no fue lo mismo que en la época dorada las circunstancias son muy distintas y eso va a generar un producto nuevo. La sociedad se ha vuelto más crítica y escéptica y no se interesa por las fantasías de la ciencia-ficción y los super-héroes. por otra parte la corriente puritanista que recorre el mundo hace que se cree una autocensura que vetará determinadas temáticas. Además la televisión comienza a privatizar la atención de las masas que pronto descubren que es más cómodo ver que leer y más sencillo apretar un botón una vez que pasar hojas muchas veces.

De esta manera las nuevas direcciones de expansión del comic son dos: una la tira-cómica de los diarios, con intensión humorística pero crítica, dirigida a los adultos, y la otra será los comics-books, principalmente para los adultos.

En la primera línea hay que destacar la seria Charlie Brown (1950) de Charles M. Schulz, con sus personajes Peanuts, Lucy y, sobre todo Snnopy; o la serie Mafalda (1964)del argentino Quino (Joaquín Salvador Lavado), que critican, con ingenuidad y escepticismo, el mundo de los mayores.





Escultura


La espantosa tragedia de la segunda guerra mundial, con toda la lacra de horrores que llevó consigo, provoca de nuevo una vuelta al Expresionismo, cuyas posibilidades expresivas no se habían agotado. Los escultores insisten en las deformaciones y en los gestos de angustia, o en las formas geométricas gesticulantes, como Lipchitz, o Zadkine en su terrorífico El grito -Monumento a la destrucción de Rotterdam- (1953-1954).

En estos años adquiere gran difusión la obra de una plástica contemporánea, el inglés Henry Moore (1898). Su humanismo se concreta en una serie de temas, de los que no suele evadirse: grupo familiar, maternidad, guerrerro herido, personas echadas. La figura es tratada como si fuera arquitectura, adquiere un aire monumental, incluso cuando es de pequeño tamaño. Su profundización en los secreto9s de la forma-expresión se mueve entre la abstracción, la figuración y la semifiguración. Es un artista original, difícilmente encajable, aislado de cualquier escuela, pero cuyas invenciones morfológicas han revelado las posibilidades que la revolución plástica ha habierto a los artistas. Quizás la obra más conocida y más representativa de Moore sea su Grupo familiar del Museo de Arte Moderno de Nueva York.




Pintura


Un nuevo capítulo se inició después de la segunda guerra mundial con el denominado Informalismo o Expresionismo abstracto. El grupo de los llamados pintores matéricos inventó una variante del collage; con mezclas de areana, yeso, arpilleras y otros materiales consiguieron dar al lienzo plano la rigurosidad tridimencional de la escultura. Otros, los tachistas (de tache, mancha) comenzaron a advertir la potestad naciente de la mancha ( evidente ya en el arte de Miró). Con manchas y pastas nuevas se podía representar la textura de loa materia. En los Estados Unidos, adonde se habían trasladado bastantes pintores durante la guerra( Chagal, Ernst, Mondrian, etc.), se comenzó una nueva tendencia, en la que Jackson Pllock se erige en figura representativa. Interesante resulta su obra Retrato y un sueño (1953, con una cabeza casi picassiana en un lado y una combinación confusa de rayas y manchas en el otro, presisamente el más vivo, el que posee una dinámica interna. En España hacia 1953 comenzó Tápies a utilizar sus mezclas ce cola, yeso y arena, con las que refleja una desesperación por el presente industrial y una nostalgia de lo natural.

El arte abstracto transforma el lienzo en grito, en algo inarticulado e incomprensible. Camón Aznar estima que responde a una raíz destructiva que está en el fondo de la cultura moderna.
La emigración de pintores europeos a Estados Unidos contribuyó al desarrollo de la pintura norteamericana. En la década de 1940 Nueva York se convirtió en una importante capit6al del arte contemporáneo, donde tuvo lugar el nacimiento de una nueva forma de abstracción, el expresionismo abstracto, cuyos artistas más influyentes fueron Jackson Pollock (1912-56) y Willen de Kooning (n. 1904) La noción del proceso creativo formulada por el surrealismo y el deseo de romper la rigidez de la abstracción geométrica y la estructura cubista yacen bajo esta poderosa manifestación de expresionismo.

A partir de 1947 las drip paintings de Pollock concentraron la atención en los movimientos de la mano del pintor y desafiaron de modo terminante las formas rígidas de la abstracción geométrica y biomórfica de los años anteriores, creando un nuevo tipo de pintura abstracta. Entre los artístas que siguieron el camino abierto por Pollock, sin sacrificar su individualidad, se encuentra Franz Kline (1911-62), uno de los artístas estadounidenses más imitados, cuyas composiciones en blanco y negro posteriores a 1950 son en realidad dibujos al pincel enormemente ampliados. Menos provocativas, las grandes extensiones de clor creadas por Clyffort Still (1904-1980), Barnett Newman (1905-70) y Mark Rothko (1903-70) se hallan libres también de las formas y estructuras espaciales del cubismo y de la abstracción geométrica.
























Bibliografía


Historia del Arte, Editorial Salvat 1989, tomo 5 y 6

Enciclopedia Encarta, Multimedia.

Grandes Maestros de la pintura 1993, Editorial Planeta.

No hay comentarios: